jueves, 23 de diciembre de 2010

Sin propósito de enmienda

por
JUAN ANTONIO RUIZ en http://www.latarde.com
Hace dos años, en su primer diciembre como alcalde, Israel Londoño visitó y llamó por teléfono a dirigentes gremiales, empresariales y a algunos periodistas, para disculparse por el desbarajuste desencadenado en el centro tradicional de Pereira, por la explosión de ventas informales. Aseguró que esa situación se había salido de control y que “nunca más” se volvería a repetir algo similar.

Aquella perentoria advertencia del alcalde se cumplió. Este año, la situación de anarquía sobre los andenes de la carrera octava no es similar a lo ocurrido en 2008 y 2009, es muchísimo peor. Sobre todo, cuando el peatón observa variada mercancía sobre los desteñidos avisos en los andenes que decían: “Espacio Público armonizado”. Y cuando los flamantes Fruver Móviles, entregados en publicitado acto por el alcalde a los vendedores de frutas y verduras, son usados para ofrecer zapatos, camisas y juguetes. Y cuando los patrulleros de la Policía y oficiales de control, conversan animadamente en las esquinas, como si estuvieran viendo un entretenido partido de fútbol y no protagonizando un caótico espectáculo de desorden e indiferencia.

En noviembre, me encontré con la profesional pereirana Esperanza Hurtado, experta en temas del Espacio Público y a quien la Universidad Católica Popular de Risaralda trajo desde Bogotá para asesorar el plan de manejo integral de las ventas informales. La destacada consultora me expresó la frustración, amargura y tristeza por lo que llamó “la forma irresponsable y politiquera” como el gobierno municipal ha manejado el tema del espacio público, en los últimos tres años.

Uno siente que, con gran habilidad, el alcalde Londoño contrató a la UCPR para que le hiciera frente al proceso de reorganización de ventas informales y fuera la academia la que asumiera el desgaste de un tema complejo y en donde convergen muchos intereses; mientras que la administración se blindaba y podía actuar con cierta tranquilidad, incluso, entregando permisos para puestos callejeros en varios sitios de la ciudad, como lo ocurrido a lo largo de la Avenida 30 de Agosto.

A los cuestionamientos ciudadanos y a los editorialistas de prensa que comentan sobre el desgobierno, el deterioro del centro, la proliferación de ventas informales, el desaseo, y la imposibilidad de los peatones de utilizar los andenes; el señor alcalde, con una lógica equivocada, asegura que “si el centro se estuviera muriendo, no estarían llegando grandes superficies e inversiones cuantiosas como las efectuadas por Flamingo y Superinter”.

Lo que se le olvida al mandatario es que dichas inversiones se sustentan en la trayectoria de Pereira como plaza comercial; en su estratégica ubicación y en que, a pesar del 19,6% de desempleo, todavía circula bastante dinero, tanto legal como ilegal, en los circuitos de consumo.

Ni Flamingo, ni Superinter, ni Parque Arboleda, ni el Grupo Éxito tomaron sus decisiones de inversión pensando en la brillantez de nuestros gobernantes, porque de lo contrario, se hubieran ido para otra parte.

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