Juan Antonio Ruiz Romero .
...Y son tan poco sagrados los recursos públicos que el ex secretario de gobierno de Pereira John Diego Molina, hoy asesor privado y precandidato a la alcaldía, utilizó el año pasado - para atender diferentes compromisos políticos- 400 millones de pesos del presupuesto destinado originalmente a la construcción de los módulos para la reubicación de los vendedores informales de la zona céntrica de la ciudad.
Hoy aún no hay módulos, pero sí una campaña en marcha...
La escena, sin lugar a duda, formará parte de la historia patria contemporánea. En uno de los salones de la Casa de Nariño, 170 congresistas de la bancada de gobierno y de recién llegados de otras fuerzas se reunieron con el presidente Uribe para celebrar la victoria del candidato oficial Juan Manuel Santos en la primera vuelta. El emocionado anfitrión los recibió con desayuno a todo dar. Lo que se les olvidó a todos, incluyendo al inquilino de Palacio, es que la cuenta por el servicio alimenticio prestado, no la pagaron el partido de La U., ni los congresistas, sino los contribuyentes colombianos.
Para ser más claros, una reunión política, a la cual por Constitución no podía participar el presidente de la República, fue celebrada en la misma casa de gobierno y la atención a los visitantes, todos santistas, fue pagada con recursos públicos. Y lo peor, nadie dijo nada. Fue tan evidente, tan directa, tan poco disimulada la participación del mandatario Álvaro Uribe en la campaña presidencial, que se consideró normal el balance de la votación con los congresistas, la invitación a cerrar filas para la segunda vuelta y el cargo del desayuno al Presupuesto Nacional.
Ese mensaje de parcialidad, de preferencia, de participación indebida en política del presidente, símbolo de la unidad nacional, termina generando un mensaje contradictorio de “todo vale”; del “poder es para poder” y “los recursos públicos son para beneficiar a los amigos, los socios políticos y los financiadores de las campañas”.
Es tan ligera, desequilibrada y manifiesta la forma como se manejan los dineros del Estado, son tan claras las mafias de los contratistas; las redes de concesionarios e intermediarios, que una campaña y un candidato tuvieron que recordarles a los ciudadanos que los recursos públicos son sagrados y que la buena inversión del presupuesto debe revertir en riqueza social.
Son tan poco sagrados los recursos públicos, que los gobernadores, alcaldes y funcionarios los terminan utilizando como cuota inicial para apuntalar sus futuras aspiraciones. Es habitual encontrar revistas, plegables, cuñas radiales y programas televisivos, en donde el mandatario, por obra y gracia de sus asesores publicitarios, se convierte en la única imagen para mostrar del departamento o del municipio.
Son tan poco sagrados los recursos públicos, que los gobernadores, alcaldes y funcionarios los terminan utilizando como cuota inicial para apuntalar sus futuras aspiraciones. Es habitual encontrar revistas, plegables, cuñas radiales y programas televisivos, en donde el mandatario, por obra y gracia de sus asesores publicitarios, se convierte en la única imagen para mostrar del departamento o del municipio.
En el reciente informe de gestión de la Gobernación de Risaralda en 2009, el mandatario seccional Víctor Manuel Tamayo aparece en 43 fotografías; con lo cual supera ampliamente los 32 registros impresos del ex gobernador Carlos Alberto Botero, en su balance del 2007.
Son tan poco sagrados los recursos públicos que, por ejemplo en nuestra ciudad, la empresa Aguas y Aguas se gasta más de cinco millones de pesos, en un aviso publicitario de una página completa en el periódico, full color, con una foto de la gerente Maria Irma Noreña, para mostrar que “su compromiso con Pereira es transparente”.
Y son tan poco sagrados los recursos públicos que el ex secretario de gobierno de Pereira John Diego Molina, hoy asesor privado y precandidato a la alcaldía, utilizó el año pasado - para atender diferentes compromisos políticos- 400 millones de pesos del presupuesto destinado originalmente a la construcción de los módulos para la reubicación de los vendedores informales de la zona céntrica de la ciudad.
Hoy aún no hay módulos, pero sí una campaña en marcha.
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